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jueves, 27 de agosto de 2015

¿Es malo para los cristianos beber alcohol?

¿Deben los cristianos beber? Es una pregunta que normalmente despierta mucha controversia y se ha escuchado los argumentos de ambos lados del debate.


¿Es un pecado para el cristiano tomar una copa de alcohol?
Es una pregunta importante para este tiempo. Millones y millones de personas se han embrutecido y devastado por el abuso de alcohol. Se ha tenido que hacer frente a las vidas destrozadas que se produjeron por la adicción y el abuso de alcohol. 
La Biblia está llena de advertencias contra las bebidas alcohólicas, particularmente contra el vino.

Proverbios tiene varias condenaciones del vino y de otras bebidas fuertes. “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio” 

Proverbios 20:1: “No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa” Proverbios 23:31: Este último versículo es una advertencia clara en contra del beber vino después de que éste se ha fermentado y ha llegado a ser un embriagante. Las consecuencias perversas del vino se enumeran como la aflicción, el duelo, la contienda, las quejas, las heridas, los ojos inyectados de sangre, el pecado sexual, las palabras indecentes, la pérdida del equilibrio y la coordinación, la insensibilidad y la adicción (Proverbios 23:29-35). Los amantes del vino no serán ricos (Proverbios 21:17).

Según la Escrituras todos aquellos que eran separados para Dios, no podían beber ni el vino ni la bebida fuerte. Los Nazareos no podían beber el vino (Números 6:3, Jueces 13:7). Juan el Bautista no lo bebía (Lucas 1:15). No era para los reyes y los príncipes por temor de que les condujera a olvidarse de la ley de Dios y pervertir la justicia (Proverbios 31:4-5). Los sacerdotes no podían beberlo cuando ministraban delante de Dios en el tabernáculo o en el templo (Levítico 10:9, Ezequiel 44:21). Todos los cristianos hoy están separados para Dios. Somos reyes y sacerdotes, un sacerdocio real y sacrificios vivos (Apocalipsis 1:6, I Pedro 2:9, Romanos 12:1). Entonces ¿deberíamos tomar las bebidas fuertes?

En el Nuevo Testamento, la embriaguez se clasifica como un pecado que hará que la gente no pueda heredar el reino de Dios (1. Corintios 6:10, Gálatas 5:19-21). Jesús, Pablo y Pedro, advirtieron contra la embriaguez (Lucas 21:34, Romanos 13:13, Efesios 5:18, 1. Pedro 4:3).

El alcohol puede dar un gozo temporal y un escape temporal de nuestros problemas, pero el Espíritu Santo nos da el gozo permanente y soluciones permanentes a nuestros problemas. El Espíritu da poder para vencer. Dios nos hace criaturas completamente nuevas con nuevos amores y deseos (II Corintios 5:17). Él quita el mismo deseo para que ya no más tengamos el deseo de beber. Además, el Espíritu nos da todo el gozo, la paz, la relajación, y la satisfacción que necesitamos

Conclusión:

“Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu” (II Corintios 7:1).
“Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).


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