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lunes, 6 de julio de 2015

Dios no tolera las mentiras

¿Alguna vez ha pensado en el daño que causa cuando dice mentiras? Para muchas personas las mentiras es su día a día, mienten diariamente, sin medir las consecuencias de sus palabras, pues piensan que hay mentiras blancas o mentiras piadosas que no causan daño, pero toda mentira causa daño y ofende a Dios. Las mentiras son parte de la vida de muchas personas, algunos mienten en todas partes, en su hogar, en el trabajo, a sus amigos, vecinos, familiares, pero a quien nunca podrán mentirle es a Dios, porque Él todo lo ve y todo lo sabe, conoce nuestro corazón y conoce todas nuestras verdades, por ello jamás se le podrá mentir a Dios, pese a que muchos intenten hacerlo, nunca lo lograrán pues nadie puede mentirle a Dios.

Pero Dios detesta las mentiras porque le ofenden y hieren a las personas, no es correcto ni es de un corazón noble mentir, idear una mentira y repetirla no hará que sea verdad, siempre la mentira es descubierta y causa problemas a quienes las dicen, cuando una persona miente se aleja de Dios, pues Él conoce que es mentira y siente desagrado por esas acciones.

Y así lo deja claro la palabra de Dios cuando en el libro de Apocalipsis 21:7-8, revela Dios su desagrado con las mentiras de los hombres y las consecuencias para aquellos quienes han dedicado su vida a mentir, ya que quien dedica su vida a mentir le esta dedicando su vida al demonio, a lo maligno, a la falsedad y esos malos sentimientos desagradan a Dios.

Por ello Dios revela en Apocalipsis 21:7-8, lo siguiente: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Analizando la palabra de Dios, entendemos que a Dios no le gustan las mentiras y si ha dedicado su vida a mentir debe convertirse y desechar esos malos hábitos y vivir ahora bajo la luz de la verdad, pues no hay lugar en el Reino de los Cielos para los mentirosos, quienes no tendrán otro remedio que vivir condenados en la segunda muerte que es el infierno, donde habrá dolor y miseria, en vez de convertirse en la verdad y vivir en la nueva tierra donde no hay clamor, ni dolor, ni sufrimiento alguno, ya que en esa tierra solo gobernará la paz, el amor y la verdad.

Las personas que mienten mucho sufren porque nunca pueden levantar la cara en alto frente a sus hermanos, viven tras la sombra de la mentira y en la oscuridad, además esperan engañar a todos y que todos crean en sus falsas palabras, pero jamás quieren que le mientan, se molestan mucho cuando alguien los engaña, pero ¿que más pueden esperar?, recuerden que todo lo que hagan, sea bueno o malo se regresará multiplicado a nuestras vidas, por ello debemos tener cuidado de lo que sale de nuestra boca, de no prometer en vano, debemos cumplir con nuestras promesas y con nuestras palabras, no debemos engañar a nadie pues nuestros engaños se devolverán y dolerán mucho.

Lo peor que le puede pasar a alguien es perder la confianza de un familiar, de un amigo, del jefe, sólo porque nos descubren una mentira y cuando mentimos perdemos la confianza de otros. Cuando un joven miente a sus padres hace que ellos pierdan la voluntad en él, ya no le creerán nada. Y para enmendar su daño, pues deberá pedir perdón en primer lugar a Dios, segundo a la persona a quien mintió, decir la verdad, demostrar la corrección de sus actos y así recobrar la confianza pérdida.

Algunos creen que pueden engañar a Dios, ofreciendo acciones que no van a poder cumplir, prometiéndole a Dios su conversión, pero sólo se engañan a ellos mismos, porque a Dios nadie lo engaña, la condena por mentir y vivir en la mentira es muy dura.
Para poder corregir este pecado, primero, debemos rogarle a Dios que nos perdone y nos haga hombres nuevos; que nos ayude a reconocer las mentiras de nuestra boca, pedir perdón a quienes ofendimos con ellas y contarles la verdad.

Las mentiras solo vienen de Satanás quien nos engaña todos los días para que caigamos en ellas, no le demos el gusto; seamos fuertes y vayamos a todos lados con la verdad, que es la más pura evidencia de nuestra unión con Dios.

Recuerde:
La verdad libera y agrada a Dios, la mentira ata al hombre y desagrada a Dios, ¿qué prefiere?, ¿vivir en la tranquilidad de la verdad o sucumbir en la penumbra y perturbación de la mentira? El mensaje es claro, con la verdad no ofendemos ni tememos, la verdad nos hace limpios de corazón y puros de espíritu, sólo la verdad nos llevará al Reino de los Cielos y nos dará salvación, mientras nos alejemos de la mentira, nos acercamos más a Dios. Al contrario de la mentira, que nos aleja de Dios y nos condena a una eternidad en el lago que arde, que huele a azufre, que nos quema y nos hace morir para siempre.


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