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sábado, 26 de septiembre de 2015

El Pecado Imperdonable


Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Sn. Mateo 12:31.

Todos sabemos que Dios es una Trinidad compuesta de El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y cada uno realiza una obra específica que en su conjunto lo llamamos “la obra de Dios”.

La tarea del Espíritu Santo en nuestras vidas es convencernos de pecado, de justicia y de juicio, esto lo dice en Sn. Juan 16:7 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”.

El arrepentimiento es el resultado de la obra del Espíritu Santo, al convencernos que estamos mal y necesitamos el perdón de Dios.

Podemos decir entonces sin temor a equivocarnos que ningún ser humano se arrepentirá de pecado alguno si no es convencido por el Espíritu Santo.

Ahora la pregunta ¿Por qué Dios jamás perdonará al que hable contra el Espíritu Santo? ¿Por qué hablar contra el Padre es perdonable, y hablar contra el Hijo es perdonable? Bueno esto es muy simple de deducir: Si ofendo al Padre, el Espíritu Santo aun puede convencerme y puedo ser movido a arrepentimiento y toda persona que se arrepiente es perdonada por Dios. Si ofendo al Hijo, el Espíritu Santo puede convencerme y puedo ser movido a arrepentimiento y ser perdonado por Dios. Pero Si ofendo al Espíritu Santo ¿Quién me convencerá para ser movido a arrepentimiento? ¿El Padre? No, porque no es su obra, ¿El Hijo? No porque no es su obra.

Lo cierto es que jamás será perdonado porque la persona que hable contra el Espíritu Santo provocara el retiro definitivo de su vida, quedara sin arrepentimiento, jamás se arrepentirá de ese pecado porque no habrá nadie que lo convenza, y ese pecado quedará sin perdón y lo llevara indefectiblemente al infierno eterno.

Muchos nos equivocamos queriendo hacer que la gente se arrepienta, y le señalamos sus errores, sus faltas, sus pecados pero ellos ni se inmutan. Es que no es obra que podamos hacerlos nosotros, nuestra tarea es predicar pero no convencer, eso es obra del Espíritu Santo de Dios.

Nosotros le damos la palabra y Él silenciosamente trabajará en su mente y corazón tratando de convencerlo y moverlo a arrepentimiento.

Existe otro riesgo y es el de “contristar al Espíritu Santo” Efesios 4:30 “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

¿Cuándo contristamos al Espíritu Santo? El Espíritu se contrista cuando El trata de convencernos y nosotros nos negamos a arrepentirnos, esto ocurre mucho con el tema del perdón, Él nos habla de que debemos perdonar las ofensas y nosotros no queremos hacerlo y es ahí donde el Espíritu Santo se siente triste por no poder cumplir su misión, por no ser correspondido por nosotros.

Otra pregunta que puede surgir en nuestras mentes es ¿Qué ocurre cuando contristamos al Espíritu Santo? Él se retira pero momentáneamente, volverá e insistirá en convencernos, pero no nos abandona definitivamente.

Un ejemplo claro de contristar al Espíritu Santo y a la vez confirmar que el arrepentimiento es obra del convencimiento del Él, está en Apocalipsis 3:17 “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.

Observemos bien las frases “tú dices” “No sabes” Ellos estaban convencidos de que estaban bien, estaban prosperados económicamente, iban bien sus negocios, estaban confiados en que estaban agradando a Dios. Cuando el Espíritu Santo les trataba de convencer de que eran pobres, ciegos, que estaban expuestos al infierno, ellos se negaban a arrepentirse, contristando así al Espíritu Santo, pero Dios en un nuevo intento trataba de que vieran la radiografía que Él hacia de sus vidas.

El Espíritu Santo es el único que nos da la convicción de los pecados que aún moran en nosotros, por eso cada día debemos ser más sensibles a su voz y a su presencia, debemos reconocer que lo necesitamos, porque no es con nuestras fuerzas sino con su ayuda y poder que obedeceremos a Dios, consagraremos entonces nuestra vida a Él. 
DIOS TE BENDIGA.

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